En México, el trabajo doméstico ocupa a más de dos millones de personas, de las cuales la inmensa mayoría son mujeres. Pese a la relevancia de sus labores, que sostienen el funcionamiento diario de innumerables hogares, la precariedad laboral y la informalidad continúan marcando la vida de quienes se dedican a esta ocupación.
Datos oficiales publicados por la Secretaría de Economía, a través de la plataforma Data México, revelan que la informalidad en el sector del empleo doméstico es una problemática persistente –y, en algunos estados, alcanza niveles alarmantes.
A finales del 2024, se contabilizaron 1.94 millones de trabajadoras domésticas en el país. El 96.5% de estas personas desarrolla su labor en condiciones de informalidad, careciendo de prestaciones, protección social, y contratos escritos que garanticen sus derechos.
Un porcentaje aún mayor si se compara con la media de la economía nacional (41.8% en el mismo periodo), lo que posiciona al trabajo doméstico como uno de los sectores más desprotegidos y vulnerables de México.
La informalidad laboral se distribuye de manera desigual en la geografía nacional. Las cifras de Data México señalan que las entidades con mayor número absoluto de trabajadoras domésticas son Ciudad de México, Estado de México y Veracruz; sin embargo, al analizar la tasa de informalidad, algunos estados superan incluso el promedio nacional.
En las entidades de Querétaro y Morelos la informalidad de las trabajadoras domésticas domésticas es del 100%, lo que implica que ni una personas dedicada a ese trabajo en esos estados cuenta con prestaciones laborales. En Puebla el nivel es del 99.8%